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041 _aspa
044 _cES
100 _aUnamuno, Miguel de
245 _aDel sentimiento trágico de la vida
_ben los hombres y en los pueblos
250 _a3a. Ed.
260 _aMadrid:
_bRenacimiento,
_c1912.
300 _a325 p.;
_c20 cm.
520 _aDel sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos, conocida usualmente como Del sentimiento trágico de la vida, es uno de los más destacados ensayos filosóficos de Miguel de Unamuno, publicado en 1912. Bajo la influencia de Søren Kierkegaard y de san Ignacio de Loyola, entre otros, quien fuera eximio rector de la Universidad de Salamanca hace una profunda incursión en la problemática existencial del hombre contemporáneo, distanciándose radicalmente del Motor Inmóvil aristotélico y afirmando la necesidad espiritual de creer en un Dios personal.
650 _a"El hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere -sobre todo muere-, el que come y bebe y juega y duerme y piensa y quiere, el hombre que se ve y que se oye, el hermano, el verdadero hermano [...] Este hombre concreto, de carne y hueso, es el sujeto y el supremo objeto a la vez de toda filosofía, quiéranlo o no ciertos sedicentes filósofos". "No suelen ser nuestras ideas las que nos hacen optimistas o pesimistas, sino que es nuestro optimismo o nuestro pesimismo, de origen filosófico o patológico quizá, tanto el uno como el otro, el que hace nuestras ideas". "Eso es lo que yo no acabo nunca de comprender, que uno quiera ser otro cualquiera. Querer ser otro, es querer dejar de ser uno el que es. Me explico que uno desee tener lo que otro tiene, sus riquezas o sus conocimientos; pero ser otro, es cosa que no me la explico". "¿Y qué es el derecho a la vida? Me dicen que he venido a realizar no sé qué fin social; pero yo siento que yo, lo mismo que cada uno de mis hermanos, he venido a realizarme, a vivir". "Si el Sol tuviese conciencia, pensaría vivir para alumbrar a los mundos, sin duda; pero pensaría también que los mundos existen para que él los alumbre y se goce en alumbrarlos y así viva. Y pensaría bien." "La vida es tragedia, y la tragedia es perpetua lucha, sin victoria ni esperanza de ella; es contradicción." "Por lo que a mí hace, jamás me entregaré de buen grado, y otorgándole mi confianza, a conductor alguno de pueblos que no esté penetrado de que, al conducir un pueblo, conduce hombres, hombres de carne y hueso, hombres que nacen, sufren, y aunque no quieran morir, mueren; hombres que son en sí mismos, no sólo medios; hombres que han de ser lo que son y no otros; hombres, en fin, que buscan eso que llamamos felicidad".
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